domingo, 20 de mayo de 2012

domingo, 29 de junio de 2008

Lo conocido y lo desconocido

Un orador gobiernista, sin duda de buena fe, hizo en una de las reuniones de su partido la comparación de su candidato Sotomayor con el suplente de la oposición don Aníbal Pinto, sentando el hecho falso y ridículo de que este caballero no era conocido en Concepción. Hay ciertas gentes que sí conocen a los hombres que frecuentan ciertos lugares, los demás les son desconocidos.

Serán pocos en Concepción que no sepan que el Sr. Pinto ha conocido desde años atrás puestos de importancia y honoríficos en el país, el año 45 acompaña al Sr. Irarrázabal en su misión diplomática a Europa donde permaneció hasta el 50, en 51 fue electo diputado por el importante departamento de Ovalle y el 55 por el de Parral: así sus servicios datan de una fecha mui anterior a los del Sr. Sotomayor, y los destinos que ha desempeñado han sido más importantes, y lo de más garantía para el pueblo es que desde el 52 no ha gozado de sueldo. Sus principios políticos forman también gran contraste, pues al mismo tiempo que el Sr. Pinto votaba a favor de la lei de amnistía, el Sr. Sotomayor ejercía una venganza innoble sobre el inválido y desvalido teniente Videla, entregándolo enfermo aun de sus heridas, para que fuese arrojado en un inmundo calabozo y de allí llevado al cadalso por opiniones políticas.

Este es, ciudadanos, el verdadero parangón entre Pinto y Sotomayor: lo conocido y lo desconocido.
Un soldado del Guía
El Amigo del Pueblo, marzo 22 de 1858

Rosario “La Monche” Ortiz

Dicen que fue vivandera del Batallón Guía y dicen que en la batalla de Loncomilla se convirtió en soldado y luchó como el mejor por el bando rebelde antigobiernista del General José María de la Cruz.

Dicen que en esa batalla le salvó la vida a su General cuando unos traidores intentaban asesinarlo, y que tomó prisionero al Mayor gobiernista Basilio Urrutia, quien después llegó a convertirse en General de la República.

Dicen que ayudó a bien morir a Eusebio Ruiz veterano de mil batallas quien peleó en la infantería, en la caballería y en el mar, con sable y con carabina y también al hermano de Ruiz.

Dicen que después de la batalla estuvo prisionera en Talca y la hicieron marchar una hora alrededor de la Plaza de Armas con un fusil en alto, antes de liberarla.

Dicen que años más tarde en otra revuelta contra Montt vistió nuevamente el uniforme militar con el grado de Capitana y disparó el primer cañonazo contra la guarnición de Concepción.

No mató indios en las Montañas Negras de los siux, como Calamity Jane, sino que vivió en territorio mapuche y fue protegida por ellos de las persecuciones del gobierno de Montt, al culminar esta última sublevación en una derrota.

Dicen que la llamaban la Monche y que murió pobre y olvidada, pero una mano del pueblo escribió sobre su tumba:

“Aquí descansa La Monche.
Vivió y murió por la Libertad.
Un obrero.”

Digo que el viento, la lluvia y el olvido borraron esa inscripción que solo se recuerda en los libros. Creemos que su tumba no pudo estar muy lejos del Mausoleo del General Cruz, el más ostentoso de todo el Cementerio de Concepción.

Hoy sus huesos —hechos polvo— descansan seguramente en una fosa común, mezclados con otros huesos del pueblo penquista, quizás como ella misma lo hubiera deseado

Juan Schilling
La Nave del Olvido